Las perlas de Florencia

El concepto de arte, como algo distinto y sublime del cual disfrutar en los museos y en las exposiciones, o para mostrar en las hermosas decoraciones de los salones más refinados, ha sido introducido solo recientemente. Muchos de los más importantes arquitectos, pintores y escultores del pasado no tenían la menor sospecha de este cambio. Edificios, pinturas y esculturas no se consideraban como auténticas obras de arte, sino objetos con una función determinada, juzgados sobre todo en base a criterios prácticos, las imágenes no se les consideraban algo bello en sí sino, más bien, objetos que usar, de una potencia intrínseca.
Toda la historia del arte no es, por lo tanto, la historia del progresivo perfeccionamiento técnico, sino del cambio de los criterios y exigencias de los donantes. Las obras de arte han reflejado la elegancia y el refinamiento de las modas de las distintas épocas. Para producir una perla perfecta, las ostras necesitan un cuerpo ajeno, como un grano de arena o una astilla, alrededor del cual poder secretar el propio jugo: sin este núcleo la perla puede convertirse en una masa informe. Si el sentido del color y de la forma debe cristalizarse en una obra perfecta, también el artista necesita un núcleo, un objetivo definido donde podrá prodigar sus dones. En el pasado remoto, el núcleo vital era la comunidad, y la perla recubría totalmente el núcleo; era la tradición figurativa la que introducía los indispensables granos de arena.

A continuación el maravilloso collar de perlas que podéis encontrar en Florencia, empezando por el  arte egipcio para llegar hasta nuestros días.

El Museo Egipcio de Florencia, es el segundo en importancia en Italia después del famoso Museo Egipcio de Turín, y se encuentra en el palacio del Museo Arqueológico de Florencia.
En el arte egipcio, los relieves y las pinturas que adornaban las paredes de las tumbas no eran obras concebidas para ser admiradas, sino tenían como objetivo el de “mantener con vida” al rey: en lugar de verdaderos siervos, el cortejo de los grandes de la tierra estaba constituido por varias pinturas y efigies, cuya finalidad era la de dar a las almas de los soberanos, compañeros capaces de ayudarles en el más allá.
Todo tenía que representarse siguiendo la regla según la cual era posible incluir todas las partes consideradas importantes de la figura humana. De hecho se ponía en un rostro de perfil, con el ojo plano, la parte superior del cuerpo, hombros y pecho, de frente, porque de este modo es posible ver como los brazos están unidos al cuerpo. Por lo tanto, los egipcios dibujaban lo que sabían y nadie les habría pedido algo distinto.

Colecciones de estatuas antigüas en el Museo Arqueológico Nacional, en la Galería de los Uffizi, en el Museo Arqueológico de Fiésole

Los griegos estudiaron e imitaron los modelos egipcios y de ellos aprendieron a construir la figura de un hombre de pié, a distribuir las distintas partes del cuerpo y los músculos que los conectan.
Sin embargo no se conformaron con seguir las fórmulas asimiladas, decidieron que lo que contaba era mirar con los propios ojos.
Estas regiones no estaban sujetas a un único dueño, eran el refugio de aventureros, hombres de mar, de reyes piratas, que viajaban a lo largo y a lo ancho acumulando enormes riquezas en sus palacios y en las ciudades portuarias, obtenidas gracias al comercio y la piratería.
En sus talleres los escultores experimentaron nuevas técnicas, nuevas maneras de representar la figura humana, y cada innovación, adoptaba apasionadamente por otros, se enriquecía a su vez con nuevos descubrimientos: algunos esculpían la madera, otros se daban cuenta que una estatua adquiría mayor vida si los pies no estaban apoyados demasiado sólidamente sobre la base, otros intentaban dar mayor expresividad a un rostro doblando ligeramente hacia arriba los ángulos de la boca.
Su técnica no se basaba más en lo que conocían sino en lo que observaban: los cánones antigüos no eran más un impedimento a la libertad.

Mosaicos en el interior del Baptisterio de San Juan

La Iglesia Romana, después que el emperador Constantino proclamó la libertad de culto, prefirió la claridad expositiva.  Los lugares de culto no debían contener estatuas demasiado parecidas a las esculturas y a los ídolos paganos, condenados por la Biblia. Por lo tanto los artistas, en los mosaicos, volcaron su atención a lo esencial…

Arte islámica y china en el Museo Frederick Stibbert, en el Museo del Bargello, en la villa del Poggio Imperiale

La religión de los conquistadores musulmanes fue aún más rigurosa que el cristianismo en prohibir las imágenes. Mahoma separó la mente del artista del mundo real, confinándolo en un mundo de sueños hecho de líneas y de colores.
Los artistas liberaron la propia fantasía jugando a entrelazar formas y motivos, ideando el arabesco: el encaje decorativo más pequeño.
La influencia de la religión fue aún más determinante en China: los grandes sabios consideraban el arte como un medio para amonestar al pueblo.
Pero el mayor impulso se dió gracias a la influencia budista: las religiones orientales consideraban que no hubiese nada más importante de una forma adecuada como cimiento para poder meditar, pensar y ponderar por horas y horas sobre las enseñanzas y las cosas de la naturaleza.
Los artistas devotos empezaron a pintar el agua y las montañas con espíritu reverente, proporcionado el lienzo para profundos pensamientos, dibujos sobre rollos de seda, encerrados en cofres preciosos y desenrollados en momentos de tranquilidad, para ser admirados y meditar sobre ellos como si fuesen un libro de poesías…

Arte occidental en la Alta Edad Media en el Museo del Bargello

Las distintas tribus teutónicas, los godos, los vándalos, los sajones, los daneses, los vikingos atravesaban Europa llevando a cabo incursiones y saqueos: sus artesanos eran expertos en la refinada elaboración de los metales y en la escultura en madera, técnicas utilizadas para producir esquemas de cuerpos retorcidos de dragones y misteriosas marañas de pájaros, formando una armonía compleja de dibujo y color, imágenes usadas como medio para hacer magia y exorcizar los espíritus malignos…

Arquitectura, escultura y pintura en la Baja Edad Media: la Basílica de San Miniato, el Baptisterio de San Juan, la Catedral de Santa María del Fiore, el Campanario de Giotto, el Palacio del Bargello y las casas torres, el Palacio Viejo, la Basílica de Santa Cruz

Los obispos y señores empezaron a afirmar su poder fundando abadías y catedrales. La iglesia era, a menudo, el único edificio de piedra en un rayo de muchas millas y la única construcción sobresaliente. Su campanario era un punto de referencia para quien venía de lejos. El contraste entre el alto edificio y las construcciones humildes y primitivas en las que el pueblo transcurría la vida tenía que ser abrumador.
Pero la construcción de una iglesia era un acontecimiento importante y motivo de orgullo para la ciudad.
Las ciudades se habían convertido en importantes centros de comercio, cuya burguesía se sentía cada vez más independiente del poder de la Iglesia y de los señores feudales, mientras los nobles se trasladaban desde sus fortificaciones a las ciudades dotadas de todas las comodidades y el refinamiento, con los cuales podían lucir su propia opulencia en las cortes de los grandes.
Los encargos se desplazaron de las iglesias a las municipalidades, sedes de los gremios, así como palacios, puentes y las puertas de la ciudad.

El Renacimiento Temprano en Florencia: la Cúpula de Brunelleschi, el Museo del Bargello, la Capilla Brancacci en la Basílica de Santa María del Carmen; el Museo de San Marcos y la Galería de los Uffizi

Brunelleschi como arquitecto descubrió las leyes matemáticas según las cuales los objetos disminuyen a medida que se alejan del espectador. Junto a él Donatello como escultor y Masaccio como pintor investigaron las leyes de la óptica, para poder convertir respectivamente el cuerpo humano en esculturas y dotar a los personajes en las pinturas al fresco de una solemnidad escultural.
Los nuevos descubrimientos habían causado una revolución en toda Europa: pintores y mecenas habían descubierto con regocijo que la pintura no tenía exclusivamente que narrar de manera conmovedora la historia sagrada sino podía también representar un fragmento de la vida cotidiana.
Es el espíritu de aventura el que marca la verdadera ruptura con la Edad Media.
El arte, por lo tanto se fragmentó en una gran cantidad de escuelas distintas, talleres donde el  aprendizaje se llevaba a cabo a través de largas y complejas prácticas: nacen artistas como Fra Angélico, Paolo Uccello y Sandro Botticelli.
En este momento de la Historia, el arte ya no se le considera solo como un medio para transmitir el contenido y significado de la historia sagrada, sino se utilizó también para transformar la página en un vivaz alarde de riqueza y lujo.

El “Quattrocento” nórdico: la Galería de los Uffizi

Mientras que el renacimiento italiano estaba inspirado en la tradición del arte griego y romano, a través de un proceso de idealización de la figura humana, basado en el estudio de la anatomía y en las leyes de la perspectiva, el renacimiento en Flandes optó por una reproducción fiel producto de la observación del natural, ya sea de los paisajes que de las figuras, una representación de la belleza exterior de los objetos, de las flores, las joyas, los tejidos, etc entre los cuales sobresalieron artístas como Jan van Eyck, Rogier van der Weiden y Hugo van der Goes.

El Tardo Renacimiento en Florencia: la Galería de los Uffizi, la Galería de la Academia y la Galería Palatina

Fue el orgullo ciudadano que fomentó la rivalidad entre los donantes, mercaderes y banqueros, para obtener los servicios de los mejores maestros e incentivó la emulación entre los artistas para embellecer los edificios y asegurarse obras imperecederas. Los maestros más famosos, hombres ricos de talentos únicos y valiosos, pudieron finalmente dictar sus propias condiciones.
Ahora era el artista, el que honraba a un rico príncipe o a un hombre de poder, cuando aceptaba un encargo.
A menudo, el artista también, pudo elegir el tema que prefería, sin tener que plegar o adaptar su obra a los caprichos y las fantasías del cliente. De esta coyuntura nacen las grandes obras de Leonardo da Vinci, de Miguel Ángel y de Rafael Sanzio.
A estos hombres nada les parecía imposible y puede que esta fuese la razón por la que, en algunas ocasiones, consiguieran realmente realizar lo imposible.

Venecia a principios del Siglo XVI: Galería de los Uffizi y Galería Palatina

La atmósfera de la laguna, que parece difuminar los contornos demasiado claros de las cosas y fundir el color en una luminosidad difusa, probablemente enseñó a los pintores venecianos a utilizar el color con mayor discernimiento y atención respecto a los pintores de las otras regiones de Italia.
Es la pastosidad y la riqueza de los matices de las pinturas de Giovanni Bellini y de Tiziano Vecellio que nos dejan una fuerte impresión, inclusive antes que tomemos en consideración el sujeto representado.

Alemania y los Países Bajos a principios del Siglo XVI: Galería de los Uffizi

Las grandes conquistas de los maestros italianos del Renacimiento causaron una profunda impresión en los artistas transalpinos, como Alberto Durero, maestro de lo visionario y lo fantástico y Lucas Cranach pintor elegante y a la moda.

La crisis del arte en la Europa del Tardo Cinquecento: Plaza de la Señoría, Museo del Bargello, Galería de los Uffizi

La pintura había alcanzado la cima de la perfección: para Miguel Ángel, Leonardo, Tiziano, Rafael, ningún problema de dibujo les parecía demasiado arduo, ningún sujeto demasiado complicado. Habían enseñado cómo la belleza y la armonía podían combinarse perfectamente.
Sin embargo el interés por la perfección no es perenne, una vez acostumbrados a ella, nuestras emociones quedan apagadas y es cuando empezamos a sentirnos atraídos por lo sorprendente, lo inesperado, lo inaudito.
Benvenuto Cellini, amaba ser un “virtuoso”: príncipes y cardenales se reñían sus favores, en un periodo de inquietos y febriles tentativos dirigidos a crear algo que fuese más interesante y original del arte de la generaciones precedentes.
Se quiso crear algo nuevo e inesperado, inclusive a costo de alterar la representación fiel de la belleza natural: aparecen los primeros pintores modernos, que evitan lo obvio para conseguir efectos distintos a la convencional belleza natural.
Como la intensa impresión de misterio presente en las pinturas de Jacopo Robusti, llamado el Tintoretto, o la descarada despreocupación por las formas y colores naturales, la originalidad y la fuerza dramática de las visiones de Dominikos Theotokopulos, más conocido como El Greco.
Sin embargo en el norte de Europa: Alemania, Holanda e Inglaterra, debido al veto protestante por las esculturas y pinturas en las iglesias, los pintores perdieron su principal fuente de ingresos, los retablos.  Quedaron los retratos como único género, en el cual destacó el admirado Hans Holbein El Joven, pintor de la corte de Enrique VIII. La única región donde el arte logró sobrevivir a la crisis de la Reforma fueron los Países Bajos porque los artistas, en lugar de limitarse únicamente al retrato, se especializaron en los sujetos contra los cuales la iglesia protestante no tenía objeciones. Y los flamencos, perfectos imitadores de la naturaleza, sabían pintar una flor, un árbol, un granero, un rebaño de ovejas, obras cuya virtud esencial era la estupenda habilidad y fidelidad de las representaciones: nace la pintura de género.

La Europa Católica, primera mitad del s. XVII: Galería de los Uffizi y Galería Palatina

Las composiciones simples y armoniosas de Guido Reni y las luces duras y deslumbrantes, en contraste con las sombras profundas de Caravaggio.
Seres vivientes, como la gente que veía y amaba, pueblan las enormes telas de Rubens: la impetuosa energía que conecta sus figuras, hace que sus grandes obras sean capaces de conservar su vitalidad incluso en la gélida atmósfera de los museos.
Anthony Van Dyck, pintor del rey de Inglaterra Carlos I, se distinguió del maestro Rubens por su estado de ánimo lánguido y melancólico.
Diego Velázquez, retratista de la corte de Felipe IV, sus obras se basaban en las pinceladas y en la delicada armonía de colores.
Ver y observar la Naturaleza con ojos siempre frescos, descubrir y disfrutar siempre de nuevas armonías de colores y de luces: es éste el credo esencial del pintor.
En este nuevo entusiasmo los pintores de la Europa Católica, más allá de las barreras políticas se sentían unidos a los grandes artistas de la Holanda protestante.

Holanda en el s. XVII: Galería de los Uffizi

Rembrandt, maestro en destacar la preciosidad de las superficies, se complacía de su virtuosismo, de la habilidad con la que conseguía destacar el brillo del oro o el juego de la luz en el sobrecuello.
La única oportunidad que los maestros menores tenían de hacerse un nombre consistía en especializarse en una determinada rama o género de pintura: pintores de batallas, de paisajes a la luz de la luna, de peces (el deslizar plateado de las escamas húmedas), de paisajes marinos (nubes, olas, barcos que son casi documentos de valor histórico sobre el periodo de la expansión anglo-holandesa en los mares) llevando a veces su oficio a tal de perfección que se convirtieron en verdaderos y propios especialistas como Peter Bruegel, Simon de Vlieger, Jan van Goyen, Jan Steen, Jacob van Ruisdael.

El Siglo de las Luces: Inglaterra y Francia en el s. XVIII

Jean-Baptiste-Siméon Chardin opta por una poética de lo cotidiano omitiendo la búsqueda alguna efectos extraños o de agudas alusiones.

Tardío s. XVIII, primera mitad del s. XIX: Galería de Arte Moderno

Después de la Revolución francesa los artistas se sintieron libres de elegir los propios sujetos: cualquier cosa capaz de llamar la atención y suscitar interés. La indiferencia hacía los sujetos tradicionales fue quizás el único elemento que los artistas coronados por el éxito tuvieron con los rebeldes solitarios.
La Revolución francesa dió asimismo un gran impulso al interés por las representaciones históricas y a la pintura de sujetos heróicos con Giuseppe Bezzuoli, Luigi Sabatelli, Stefano Ussi.

..porque el culto a la belleza tiene que ser nutrido y cultivado como una perla preciosa!